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Sobre mí

Mi interés por la psicología se inició literalmente en la guardería. Desde niña fui muy curiosa, sensible a las injusticias y con una tendencia natural a intentar aliviar el malestar de los demás. Esa inquietud se transformó en mi vocación.

Durante mi etapa como estudiante de Psicología, estuve sobre todo en contacto con el enfoque cognitivo-conductual. Pero mi curiosidad por otras formas de entender el sufrimiento humano me llevó a realizar las prácticas en un centro con orientación psicodinámica. Quería comprender más: ver qué captaban otros profesionales desde otros marcos. Esto se mantiene hoy en día, ya que mi enfoque es integrador. Creo que ninguna teoría por sí sola explica la complejidad humana.
 
El mejor recuerdo de esa etapa es la forma en que allí miraban a las personas más allá del síntoma. También me marcó una frase de un usuario durante una conversación grupal sobre una noticia en la que se había hecho énfasis en que el agresor estaba diagnosticado con una enfermedad mental:

“Yo tengo esquizofrenia, y nunca haría daño a nadie por la educación que he recibido de mis padres.”

Desde entonces, me obsesiona el impacto de los diagnósticos, y cómo se transmiten. Cómo una etiqueta puede estigmatizar y reducir a la persona, incluso cuando su comportamiento no se corresponde con los estereotipos que circulan sobre ella.

Ainhoa Rodríguez Garay

Ainhoa Rodríguez Garay

EMDR: experiencia y formación

Mi propia experiencia terapéutica con EMDR marcó un antes y un después como profesional. Llegué con escepticismo a la consulta de la psicóloga para tratar los síntomas que sufría a raíz de unas experiencias traumáticas. Aunque aquello me sonaba a “magufada” (mis disculpas a Francine Shapiro), la profesional me inspiró tanta confianza que me animé a probar. Y los resultados fueron sorprendentes.

A partir de ahí, empezó una etapa de aprendizaje intenso. Estaba fascinada, y me gustaba mucho que EMDR fuera no sólo una técnica, sino un abordaje muy bien planteado y estructurado que me permitía conceptualizar los casos en profundidad. Hice el máster y múltiples formaciones avanzadas sobre EMDR, trauma y disociación. Fue la oportunidad de aprender de expertos con un gran bagaje profesional y una visión de las experiencias traumáticas tempranas que fue perfilando mi comprensión de cómo funcionamos las personas y cuáles son nuestras necesidades.

Trauma, TLP y abordajes respetuosos

Aunque empezaba a sentirme realmente preparada como psicóloga, quería más. Así que durante más de un año estuve simultaneando mi trabajo en Barcelona con el trabajo en Galicia en Intra-TP, con Dolores Mosquera y su equipo. Dolores ha sido pionera en España en el abordaje del TLP desde el trauma. Fue capaz de ir más allá de la etiqueta diagnóstica y los mitos, cuando las personas con ese diagnóstico eran consideradas prácticamente intratables. Su comprensión profunda de la persona y, sobre todo, su intervención respetuosa, precisa y eficaz fueron una inspiración para mí. Ella creaba esperanza donde otros sólo habían visto resistencias.
 
Querer abordar lo mejor posible el TLP, dada su complejidad, me llevó a realizar una formación sobre DBT muy completa. Fueron unos meses intensos de trabajo en equipo en los que adquirí muchas herramientas. Marsha Linehan ha sido otro referente para mí, una persona que fue capaz de crear un programa de intervención amplio y estructurado, basado en la adquisición de habilidades. Ella misma había sido diagnosticada de TLP y había sufrido en sus carnes el maltrato institucional. Y a pesar de todo, logró crear un abordaje sólido que ha ayudado a muchísimas personas a las otros profesionales no sabían cómo ayudar.

Aquella etapa fue crucial. Me permitió profundizar en cómo las experiencias nos moldean y pueden llegar a condicionarnos, incluso cuando las hemos dejado atrás hace décadas. Y también, que detrás de muchos diagnósticos difíciles hay personas con una historia no reconocida, un sufrimiento no nombrado y una invalidación de su manera de sentir y funcionar.

Comprender más allá del síntoma

Tras trabajar con personas etiquetadas como “difíciles de tratar”, empecé a ver patrones comunes que no encajaban del todo ni con el trauma ni con el diagnóstico. Así nació mi interés por las neurodivergencias: autismo, TDAH, altas capacidades…, y por la alta sensibilidad. Aprendí cosas curiosas, como que las personas con articulaciones hiperlaxas son mucho más propensas a sufrir ansiedad. Pude comprobar que la biología también tiene un peso importante en quiénes somos. Y que la diversidad humana es parte de la riqueza de nuestra especie, aunque ser diferente implique a menudo pagar un peaje.

En mi consulta conocí a personas que habían sido tratadas como inestables, exageradas o inadecuadas, cuando en realidad lo que había era una forma distinta -no menos válida- de sentir y procesar la realidad. Dadas sus diferencias, estas personas habían sufrido un goteo de experiencias traumáticas en sus relaciones y habían desarrollado dolorosas y limitantes creencias negativas sobre sí mismos que estaban en la base de sus peores síntomas.

Cómo trabajo hoy

Actualmente, combino EMDR y otros abordajes sobre el trauma, terapias cognitivo conductuales de 3ª generación y psicoeducación. Siempre, desde una mirada comprensiva de la diversidad humana.

No me guío por protocolos rígidos, sino por el compromiso de comprender profundamente a cada persona, su historia y su contexto. Aunque sigo teniendo menos certezas de las que me gustaría, mantengo intacta la ilusión por aprender y el compromiso con cada persona que confía en mí.

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